Entre las agrupaciones menos recordadas de la chirigota del Love está la del año 1997. El grupo, unido a las letras y músicas de José Luis Bustelo venía de dar un pelotazo en toda regla con Una chirigota con clase. Para el Carnaval siguiente, esos endiablados escolares se habían transformado en unas gimnastas, con la misma poca vergüenza y también con algún que otro diente de menos. Buen juego en el que hacen con el nombre.
Muy normalito el tipo, aunque tienen todos los artilugios necesarios para llevar a cabo sus ejercicios. En su primera prueba, ganan carcajadas a base de interpretación, todo un espectáculo el que montan. Una inauguración de las olimpiadas un poco caótica, con encendido de luces a cargo de Miguel el Mellao.
Más tranquilas ya emprenden la modalidad de pasodobles. Por suerte nos es una carrera de velocidad, sino de equilibrio, porque la música de Bustelo es pausada pero muy melódica. Una joya más de tantas como ha creado. Le cantan a los disminuidos físicos, a los que critican a los sevillanos (curiosamente ese año fue el de la chirigota Sevilla tuvo que ser, miarma, del Libi), entre otras letras.
Es en la competición de cuplés cuando caen un poco estas gimnastas. La música vuelve a ser muy original, parece una canción infantil. Pero las letras no terminan de estar al nivel del año anterior. El estribillo mucho menos. A pesar de ello, tienen algunos bastante buenos.
En el popurrí vuelve a relucir la calidad interpretativa de sus componentes, la que no han perdido 15 años después, como se ha podido comprobar. El acento infantil-femenino está muy conseguido. Mucha ironía en la última pieza, aunque se quedan fuera de las medallas conforme avanza.
Love y compañía no pudieron repetir el éxito del año anterior, acabando en un octavo puesto que supo a poco. Por suerte, sólo fue un resbalón en la inmejorable trayectoria de un grupo histórico de chirigoteros.
Muy normalito el tipo, aunque tienen todos los artilugios necesarios para llevar a cabo sus ejercicios. En su primera prueba, ganan carcajadas a base de interpretación, todo un espectáculo el que montan. Una inauguración de las olimpiadas un poco caótica, con encendido de luces a cargo de Miguel el Mellao.
Más tranquilas ya emprenden la modalidad de pasodobles. Por suerte nos es una carrera de velocidad, sino de equilibrio, porque la música de Bustelo es pausada pero muy melódica. Una joya más de tantas como ha creado. Le cantan a los disminuidos físicos, a los que critican a los sevillanos (curiosamente ese año fue el de la chirigota Sevilla tuvo que ser, miarma, del Libi), entre otras letras.
Es en la competición de cuplés cuando caen un poco estas gimnastas. La música vuelve a ser muy original, parece una canción infantil. Pero las letras no terminan de estar al nivel del año anterior. El estribillo mucho menos. A pesar de ello, tienen algunos bastante buenos.
En el popurrí vuelve a relucir la calidad interpretativa de sus componentes, la que no han perdido 15 años después, como se ha podido comprobar. El acento infantil-femenino está muy conseguido. Mucha ironía en la última pieza, aunque se quedan fuera de las medallas conforme avanza.
Love y compañía no pudieron repetir el éxito del año anterior, acabando en un octavo puesto que supo a poco. Por suerte, sólo fue un resbalón en la inmejorable trayectoria de un grupo histórico de chirigoteros.
Pd: Fotografía de Laestrelladeadiz.es
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