
El pasodoble, como es habitual en las chirigotas del Yuyu y Sánchez Reyes, es el punto fuerte de estos rebañaores. Le cantan a su hijo, que quiere ser futbolista pero no para de comer o los animales de los documentales. Mucho ingenio el de la chirigota, pero aún no llegan al surrealismo que alcanzarían años después con Tampax Goyescas o los Rockeros de la Puebla.
Los cuplés de esta chirigota que se quedó en semifinales, sin llegar a sacar la carcajada, son alegres, predominando el bastinazo. Las música es muy chirigotera, bastante clásica pero siempre con el estilo del Yuyu. El estribillo es otro gran punto: “Tengo un cuerpo danone, como ustedes veréis, tengo un cuerpo Danone, pero en cajas de seis”.
El popurrí vuelve a bajar un poco el nivel. Lo mejor, el inicio. Con música de Félix Rodríguez de la Fuente, se oye un aullido y el Yuyu dice “El Lobo, qué buen turrón”. A partir de ahí, con ciertos altibajos, los gorditos cuentan sus hazañas, tanto en tareas de condumio, como en sus misiones acostados en el sofá.
La chirigota no está a la altura de las que han sacado estos autores a lo largo de los años. Pero aún así dejan una agradable sensación en el espectador y probablemente otro año se hubieran metido en la final (en 1.999 estaban Los Yesterday y Los Pofesionales). Se echarán mucho de menos las coplas de estos chirigoteros cuando se acerque el Carnaval.
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