lunes, 9 de enero de 2012

Los Miserables

Pensando en el año que acabamos de comenzar, que puede que sea de todo menos próspero, se me vino a la mente esta comparsa de Martínez Ares, con la que quiso llevar al Falla “a los más desprotegidos, a los sin techo, a los que no tienen más que coplas para vivir”. Basándose en la conocida obra de Victor Hugo, Los miserables acudieron un año más a su cita con las tablas en 1993.

Fue la primera comparsa con la que Antonio consiguió un primer premio, por delante de agrupaciones de la talla de El Bache, de Paco Rosado y Luis Ripoll; El tirititero, de Antonio Martín; y La Tuna del Loco, de Enrique Villegas. Después de un cuarto premio con Doremifasoleando el año anterior, ya les llegó la hora. Y el público estuvo con ellos desde el primer hasta el último día de concurso, que por cierto, cerraron a las 6:30 de la mañana. Como ya dijo el autor en algún medio, “aquella fue la noche en que se hizo la mañana más bonita de nuestras vidas”.

Presentación casi a oscuras, estos vagabundos a los que no falta un detalle, nos cuentan su historia y la de su saquito de carnaval. “Llevo a las espaldas este veneno que es mi castigo y es mi consuelo cuando regresa por Carnavales”. Melodía y música compiten en un duelo del que sería injusto proclamar un vencedor. Un apunte de esta comparsa es que, a raíz de la incorporación de su hermano Eduardo al bombo, los aficionados pudimos por fin disfrutar de la inconfundible voz de Carli Brihuega como octavilla.

Joyas como “Cádiz se viste de noche” o “Pídele a la Virgen” forman parte de un repertorio de pasodobles magníficos. Pero, si algo ha trascendido de esta comparsa es aquel “Ha dicho el Santo Padre”. Dura crítica al Papa, muy aplaudida por el respetable, que le costó la expulsión de su cofradía.

Cuplés más cargados de críticas que de risas, durante el cual hacen tipo con un periódico viejo. Les sigue un estribillo que, como acostumbra el autor, es largo y cantado a ritmo vertiginoso. “¡Qué importa niña que luego me den por saco!”

La última pieza está llena de musicalidad, no tiene desperdicio de principio a fin. Son mendigos, pero ricos, porque tienen los tesoros gaditanos. Magnífica la cuarteta donde interactúan con su bastón, o el PadreNuestro que interpretan próximos a finalizar, a ritmo de bulerías. Para mi gusto, uno de los popurrís más completos del Niño Coplero.

Después de estos vagabundos de coplas, Martínez Ares no volverá a perderse una final hasta el año de La Milagrosa. Ni volverá a cantar sus coplas sobre las tablas hasta La Niña de Mis Ojos. Ojalá volvamos a verlo de vuelta en el mundo carnavalero, porque como dice en el popurrí, “no hay diluvio en este mundo que me apartase de ti”. Veremos si es o no cierto.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Que gran comparsa,una pena que no podamos tener a nuestro querido Martinez Ares en concurso.Ahora que queda poco para que comience se echa aún más en falta, pero hay que asumir que nuestra generación se quedará huérfana de él en concurso nos guste o no, puesto que no creo que vuelva.Menos mal que tenemos material para recordarlo y este blog que nos recuerda joyas como "Los Miserables"