
Soldaditos tiene una de las presentaciones más cortas que pueden oírse en una comparsa puntera, pero no por ello está exenta de calidad. “Soldado de cai, que canta si hay, gaditanos nuestros”. La puesta en escena es muy original, cada componente con un tambor a cuestas. El tipo, sobrio pero colorido a su vez. Recuerda a ratos, al de la comparsa El Brujo de 1995.
El pasodoble, al tener música de Bustelo, no puede ser sino una maravilla. Atrapan sus cambios de ritmo y el grupo, que canta bajito y sin estridencias. Las letras tampoco se quedan atrás: reivindicativas a veces como en “yo presumo de ser andaluz”, y otras dedicadas a Cádiz, como la que reza “nadie me puede negar, que en tus aguas está la mágia, y en tu orilla está la arena, hospitalaria”.
Los cuplés, a pesar de tener un ritmo muy chirigotero, mantienen el nivel del repertorio pero no terminan de tener mucho ingenio. Sí lo tiene, sin embargo, el estribillo, con una pequeña coreografía incluida: “Yo soy tu soldadito de Carnaval”. El nivel musical, insisto, es máximo en todas las piezas.
Un nivel que se incrementa, más si cabe, en el popurrí. Una obra maestra de ocho minutos. Un popurrí que le impidió, no obstante, alzarse con el primer premio (ese año estaban los hermanos Alcántara con Nos quedamos de piedra).Norberto Iglesias y su grupo tuvo que conformarse con un tercero finalmente.
“Quién será será que de día baila con la ropa tendría, quién será será que levanta tanta arena”. Las letras son muy gaditanas en cada cuarteta, muy bien interpretadas por la agrupación. Una de las grandes comparsas de la historia, una pequeña joya que quedará para siempre en la memoria colectiva de los carnavaleros.
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