
De veteranos de guerra venidos a menos van estos chirigoteros, comandados por una vieja enfermera. Realmente es un grupo muy veterano, pese a ser de las primeras chirigotas que escribió el autor allá por el año 1996. La presentación, con el típico ritmo de esta chirigota, tiene más arte que gracia, es poco original.
Mejoran en los pasodobles, con la excelente música de Manuel Prada Durán. A los requisitos para ser ninfa o al conflicto de astilleros. Los defienden muy bien, pero las letras tampoco son muy certeras. Tampoco remontan en los cuplés, flojillos. El ritmo musical es muy lento, y eso les perjudica. "tengo miedo dios mío, no siento las piernas, esto es un infierno. No reírse joé, no veís que me estoy muriendo" reza el estribillo, muy bien interpretado.
A mejor en el popurrí, con muy buena selección musical. Tienen buenos golpes, siempre con el sello inconfundible y surrealista de Santander. Magnífica la cuarteta en la que la enfermera pierde su virginidad, desde entonces no va al Rocío "porque el polvo que yo echo en las carretas, no me deja ver el camino". Poca vergüenza, como es obvio de gente con tantas tablas, les sobra.
No pasaron de semifinales, pero es una chirigota entretenida, clásica, de las que sigue sacando el autor en la actualidad y que tan poco gustan ya. Un grano de tantos como ha Manuel Santander ha aportado al carnaval. Y no debemos olvidarlo.
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